lunes, 16 de septiembre de 2013

Ella

Entró a la casa y lo primero que vio fue una caja de galletas. Cogió una, subió las escaleras, dijo un par de mentiras y fue a su cuarto como siempre.
Mientras la galleta se acababa se dio cuenta que no había nadie alrededor y que probablemente siempre sería así, que esa soledad era la única compañía que tenía y que no podía despreciarla.
Ella recordó proyectos que tenía, y pensó en los fiordos de Noruega.
Los viajes hacia la casa cada vez sería más largos, las salidas con amigos cada vez más cortas y la gente alrededor cada vez más lejos.
Nadie ha soportado todo lo que ella hace, sea bueno o malo, ella simplemente tiene la libertad de seguir por el camino que quiera.

viernes, 21 de junio de 2013

¿Por qué me prestaron este libro?

" Sólo existe una emoción tan aleatoria como el mundo que nos rodea: tan imprevisible y azarosa como el nacimiento; tan cambiante como nuestra fisiología molecular; tan irrepimible como las fuerzas básicas de la naturaleza; tan emblemática del sentimiento de victoria como la música del aria de Puccini Nessun dorma; tan responsable de abismos sentimentales como el rostro de un hijo que descubre el asesinato vil y gratuito de su madre. Una emoción desconcertante hecha a nuestra medida que tiene, además, el efecto insospechado de colmar con su aliento todo el inmenso vacío uniendo, como dos moléculas de agua al helarse, a dos seres hasta entonces absolutamente solitarios. Los físicos lo llaman una transición de fase: una reordenación abrupta y espectacular de la materia. Para el común de los mortales es la emoción básica y universal del amor."

Eduardo Punset.